El Boletin Islamico Edicion Numero 3

LA MUJER EN EL ISLAM La historia de Amira Muchas veces me han preguntado la historia del cómo me enteré acerca del Islam y cómo me convertí, entonces con la ayuda de Allah (swt) yo haré el intento de contar mi historia. Nací de padres cristiano-americanos en el sur del estado de Arkansas en Los Estados Unidos y es ahí donde crecí. Yo soy conocida como la americana blanca entre mis amigos árabes, pero Alhamdulillah (alabado sea Allah), en el Islam no hay diferencia de color, raza o nacionalidad. Yo crecí en una granja del país. Mi padre trabaja en nuestra granja y también predicaba en la iglesia bautista del lugar. La religión bautista es una secta del Cristianismo así como el catolicismo, el metodista, etc. Ellos solo tienen diferentes doctrinas, pero básicamente creen en la trinidad y que Jesús es el hijo de Dios. Mi madre permanecía en nuestro hogar como ama de casa. Yo soy la única hija. El pueblo donde había crecido era por completo anglosajón y todos cristianos. Por años no hubo otras religiones o razas en 200 millas de nosotros. Por lo tanto, no estuve expuesta a nada fuera de nuestro pequeño pueblo. Siempre me habían enseñado que todos habíamos sido creados iguales ante los ojos de Dios. Más tarde me di cuenta que no era realmente así como mis padres, familia o amigos sentían. Pero mientras esta “otra gente” no los molestara, entonces estas eran palabras muy fáciles de decir. Esto pronto cambiaría. La primera vez que vi a un musulmán fue cuando fui a la Universidad de Arkansas. Me quedé mirando a la extraña vestimenta que usaban las musulmanas y no podía creer que ellas cubrían sus cabellos. Siendo una persona curiosa, en la primera oportunidad que tuve me presenté a una muchacha musulmana en una de mis clases. Éste fue un encuentro que cambiaría el curso de mi vida. Nunca la voy a olvidar. Su nombre era Yasmín y era de Palestina. Me solía sentar por horas para escucharla contarme acerca de su país, cultura, familia y amigos que ella amaba mucho, pero el amor que tenía a su religión, el Islam, era aun mucho mayor. Yasmín tenía una paz interior como ninguna otra que haya conocido. Ella me relataba historias del Profeta Muhammad (saws) y acerca de la Unicidad de Allah (swt). Ahí fue cuando aprendí que ellos no adoraban a otro que no sea “Dios”, es tan solo que en árabe Allah significa Dios. Todo lo que me decía tenía mucho sentido para mí y era muy puro. Aun a pesar de eso, nunca dije nada de esto a ninguno de mis familiares o amigos, yo nunca había creído en el concepto cristiano de la trinidad y el por qué tenía que adorar a Jesús (saws) y no directamente a Dios. Yasmín me convenció que el Islam era la única religión verdadera y también una forma de vida. Lo más importante para ella no era esta vida sino la vida en el más allá y que algún día ella y yo nos encontremos de nuevo en el Paraíso. Cuando ella se marchó para regresar a Palestina, nosotras sabíamos que probablemente nunca nos volveríamos a ver de nuevo en esta vida, y ella lloró y me suplicó que continuara aprendiendo acerca del Islam y así podríamos volvernos a ver de nuevo…en el Paraíso. Todavía puedo escuchar sus palabras en mis oídos. Yasmín me había llamado Amirah la primera vez que nos conocimos. Amirah significa “princesa” en árabe. Así que cuando abrace el Islam, lo escogí como mi nombre musulmán en su honor. Yo no soy una verdadera princesa, pero el Islam me hace sentir así. Dos semanas después, Yasmín regresó a su país, ella fue matada por los soldados israelíes afuera de su hogar. Mi amiga del alma se había ido y sentí como si parte de mi hubiera muerto. Con Yasmín había hecho amistad con musulmanes de todo el Medio Oriente y empecé a amar el sonido del árabe. Éste era muy hermoso, especialmente cuando los escuchaba recitar el Sagrado Corán. Todavía amo que alguien me lea el Corán o escucharlo en cintas. La mayoría del tiempo no tengo idea que lo que se dice, pero de alguna manera éste todavía toca mi corazón y mi alma. Estoy aprendiendo a leer el Corán y a escribir el árabe, y con el tiempo y práctica lo conseguiré, Insha Allah (si Dios quiere). Después, terminé la universidad y regresé a mi pequeña comunidad, allá ya no tenía el honor de estar entre los musulmanes, no más. Pero la sed por el Islam y la lengua árabe nunca dejaron mi corazón. Esto molestaba de gran manera a mi familia y amigos. Años más tarde, Allah (swt) puso a alguien en mi camino que fue un ejemplo maravilloso de Islam y una vez más empecé a hacer preguntas y leer todo lo que podía acerca de esto. Durante muchos meses leí a “Yasmín tenía una paz interior como ninguna que haya conocido”.

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